El Avión (Catorce)

Fuyu estaba más que preparado. Tenía ruedas nuevas, los cambios de aceites y de filtros hechos, los ceniceros vacíos y la tapicería resplandeciente. Los "bollos" seguían en su sitio, eso sí. Después de sorprenderme con el precio de la puesta a punto de Fuyu -con los precios de los talleres siempre te sorprendes, para bien o para mal- sólo me quedaba pasar por casa a recoger el equipaje y pasar luego por casa de Juanán a recogerlo. Iba sobrao de tiempo.

Aparcado en doble fila delante del portal aún me fui a echar por encima un cafecito mientras liaba a Suso para que me ayudase a bajar todo de casa. Ya con las maletas en el coche, el bolso del viaje ceñido a mi hombro derecho, los cds en la guantera y el sobre del "caso marta" en el asiento de copiloto sólo me quedaba ir a por Juan. Aún quedaba una hora así que un bocata y una cervecita serían la mejor compañía.

Ante un resoplante Suso -al que por un momento pensé que "perdía" mientras bajábamos las cosas- y con el Correo Gallego ante mi había llegado el momento de hacer un último repaso a todo. Seguro que me iba a olvidar algo - me había acostumbrado a hacerlo con los años- pero el repaso de lo fundamental era importante. Gps, coche, documentación del coche, dinero y tarjetas, documentación mía, sobre marrón, ropa, cds, tarjeta de teléfonoa activada para roaming y una reserva para dormir en un hotelito de Santander esa noche. Lo llevaba todo. A partir de ahí tocaba improvisar.

-"Bueno", mascullé tras comer el bocata y tomar la birra. "Me piro, Suso. TE dejo un juego de mis llaves por si pasa algo y lleva un control estricto de las veces que pasa mi madre por aquí. Te dejo al cargo"
- "Queda tranquilo Miguel. Y ánimo con lo que sea que vayas a hacer." me respondió
- "Falta vai facer" le dije "Y como no.....coma sempre......o de sempre!!!!!" Halaaaaaaaaaaa...."
-"Celtaaa!!" completó Suso con un alarido.

Salí por la puerta y, una vez subido a Fuyu, arranqué con destino a la de Juan. No llevaba nin cinco minutos callejeando cuando me dí cuenta de que me había dejado los petas en casa. Me cago en la puta!! Bueno, por lo menos me había dado cuenta a tiempo.

Los Relatos de Perseo

Perseo es un ser que no siente demasiado. Un hombre perdido en un mar de contradicciones, lleno de defectos y vicios y con apenas virtudes. Un día descubrió que lo que realmente quería era escribir e inició este blog para poder comprobar que, sino hiciese públicos sus relatos, dormiría mucho más tranquilo por las noches.