El Avión (Once)

Eran las nueve y media de la mañana y, para haber dormido algo menos de seis horas, me encontraba sorprendentemente bien. Siempre había necesitado entre siete u ocho horas de sueño diarias para no parecer una víctima del "jetlag" permanente pero, con los últimos acontecimientos, mi ritmo de sueño había cambiado y ahora me prestaba más dormir en dos tandas: una nocturna y otra de siesta.Eso sí, las ocho horitas en total no me las quitaba nadie. Había pasado buena parte de la noche anterior planificando mi viaje. Ya tenía organizadas las primeras etapas de mi viaje y la agenda del día no parecía demasiado complicada: pasar por la oficina del paro, comprar gps, dejar a Fuyu en el taller para que los revisaran y quedar con Juan para dejarle todo el papeleo.

Con el sobre de Juan ya en las manos me acerqué a la ventana para ver el día que hacía. Azul con frío, una buena mezcla. Me calcé las "allstar" y me puse la americana de pana. Lo primero sería un café rápido. Bajé las escaleras, salí por el portal, café rápido y pitillo y, casi sin darme cuenta, ya me encontraba dentro de la oficina del INEM de Ramón Piñeiro. Después de esperar mi turno como en la charcutería le entregué a la amable funcionaria toda la documentación que Marcos me había dado, así como el pertinente documento del banco que acreditaba que tenía cuenta abierta con ellos. La funcionaria, una preciosa pelirroja de poco más de 30 años, me hizo una serie de preguntas sobre mi curriculum profesional y me abrió una "ficha" como demandante de empleo. Después de poco más de media hora y con un montón más de papeles en el "sobre de Juan" tenía todo lo del paro resuelto.

Pitillito de camino a Fuyu y, ya dentro, un poquito de música de acompañamiento de camino al taller. El tráfico por la zona de Galeras estaba imposible y, mientras esperaba en penitencia la luz verde de un semáforo, me acordé de que tenía que grabar en cd una buena parte de los discos que tenía en mi portátil sino quería que el viaje a Budapest se hiciese todavía más largo de lo que realmente era. Ya tenía la tarde ocupada.

Ya en "Rozas" le dejé el coche a Antonio para que me lo revisara. Le expliqué que saldría al día siguiente de viaje y que quería tener el coche en perfecto estado así que, a no ser que hubiese que gastar más de mil euros en ponerlo a punto, que le hiciese todo lo que él le haría a su coche si tuviese que hacer un viaje como el mío. Antonio sonrió y, después de limpiarse por enésima vez la palma de su mano derecha con el trapo mugriento que le colgaba del cinto, se despidió de mí emplazándome para pasar al día siguiente sobre las diez de la mañana. "Tranquilo que seguro que no tiene nada", me dijo.

Dejé a Fuyu en boxes en compañía de Antonio y comencé a caminar hacia la Plaza de Vigo. Serían veinte minutos de paseito a paso tranquilo así que encendí un pitillito y comencé a caminar. Fuyu estaría perfecto para mañana así que ahora había que comprale el gps y después pasar por el despacho de Juan con el sobre. Con eso y lo de grabar cds ya tenía el plan de viaje hecho. Lo de los hoteles para dormir lo iría haciendo sobre la marcha, dependiendo de donde quisiera dejar de conducir cada día.

De camino, atraído como siempre por su fantástico escaparate, paré en "Follas Novas" y me compré un diccionario inglés-castellano de bolsillo, otro básico de francés y un tercero de rumano. El librero me empaquetó también -no tenía la cabeza para discutir- un libro de viajes sobre Budapest. Cargado con una bolsa encender un pitillo es más difícil así que decidí para en un bar -iba sobrado de tiempo- para calmar a mi organismo con algo de nicotina antes de ir a por el gps. Nota mental: tengo que comprar algunos cartones de Lucky antes de salir de España.

Los Relatos de Perseo

Perseo es un ser que no siente demasiado. Un hombre perdido en un mar de contradicciones, lleno de defectos y vicios y con apenas virtudes. Un día descubrió que lo que realmente quería era escribir e inició este blog para poder comprobar que, sino hiciese públicos sus relatos, dormiría mucho más tranquilo por las noches.