El Avión (Ocho)

La comida no había estado mal. Suso se había portado y el cocido que me había metido entre pecho y espalada había hecho que mis problemas desapareciesen al menos durante un rato.El trozo de tarta helada que tenía delante, acompañado de cafelito y chupito, y la lectura pausada del "Marca" aseguraban el instante de tranquilidad que necesitaba antes de meterme en casa y organizar, aunque fuese por encima, el viaje en el que había decidido embarcarme.

El segundo café me sacó del letargo al que la copiosa comida me había llevado y, además, el reloj me anunciaba que Juan estaría a punto de llegar. Juan era amigo mío desde mi época de andanzas universitarias. Era abogado y, desde que lo conocí, siempre había llevado mi "departamento de marrones" particular. Cada vez que había un problema serio la llamada era a Juan y, como el mismo decía, mi afición a meterme en líos me convertiría algún día en un excelente cliente.

El odioso tintineo de la puerta del "Berna" cada vez que entraba alguien me anunció la llegada de Juan. Sabía desde el comienzo todo lo referente a Marta y me conocía lo suficiente como para no asustarse por nada de lo que le dijese, así que con él podía hablar con toda confianza.

Tras los saludos de rigor y ya con su café sobre la mesita comenzamos la conversación.

- "Te cuento Juan. Las cosas han cambiado mucho en dos días. Ahora soy el malo de la peli". A continuaciòn pasé a relatarle todo lo que había ocurrido desde la llegada de la postal de Marta, sin dejarme ningún detalle. Él, como siempre, escuchó con atención sin interrumpirme en ningún momento, esperando a que llegase el final de mi exposición.

- "¿y qué has pensado hacer al respeto?" me preguntó con cara de expectación. "Porque, o te ha cambiado el cerebro en estos dos días o, por lo que te conozco, tienes algo en mente. Algo que seguro va a requerir que yo haga cosas y que, además, te de, como mìnimo, mi apoyo moral".

- "Exacto Juan.Me voy a buscar a Marta a Budapest. Sé que no cuento con demasiadas opciones de encontrarla pero es lo que me pide el cuerpo. Me iré en cuanto arregle un par de cosas. Como no se el tiempo que voy a estar fuera quiero dejarte unas llaves de mi casa para que pases de vez en cuanto a echar una visual, recoger el correo y esas cosas. Los recibos los tengo todos domiciliados así que, al menos por esa parte, no voy a liarte mucho pero lo del correo me interesa bastante no vaya a ser que Marta me mande algo más."

- "Por eso no te preocupes Miguel pero...tienes algún plan? ¿Cuándo te marchas?"

- "Parece mentira Juan....claro que tengo un plan!! Mañana arreglo el papeleo de lo del paro y te dejo una copia de todas mis cosas por si acaso. Me compro un gps y me piro en coche para Budapest al día siguiente".

- Juan no pudo menos que lanzar una sonora carcajada. "Un planazo, si señor!!", me dijo entre risas. "Mira, por lo menos la paliza en coche que te vas a dar por tu insultantemente analógico miedo a volar, te va a venir bien para pensar un plan de verdad. Bueno, eso si das llegado a Rumanía que, conociéndote, puedes acabar en Suecia al menor despiste".
- "Creo que es lo mejor que puedo hacer, Juan. Es lo que me pide el cuerpo y sino consigo nada por lo menos no me queda dentro el no haberlo intentado", le dije.
- "No, si me parece bien que te vayas. Y mucho mejor que no te rindas. Si tú dices que no te cuadra yo te creo. Ahora bien, tienes que tener claro que, por lo que me cuentas, sólo tus buenos amigos -entre los que me incluyo- van a creer que lo de Marta es algo más que una forma poco común de mandarte a paseo".

- "A estas alturas empieza a darme igual lo que piense la gente y, además, voy a decirle a todo el mundo que me marcho de vacaciones una temporada para aclararme la cabeza. No voy a dar demasiadas explicaciones", le dije.

- "Perfecto. Bueno, entonces pasas mañana por el despacho y me dejas las llaves y el papeleo, verdad?".

- "Eso es", le dije.

- "Pues si te parece nos vemos mañana que tengo que ir a trabajar...te viene bien sobre la una?"

- "Me va estupendo".

- "Bueno pues hasta mañana".

Seguro que si le hubiese dicho lo que acababa de decirle a Juan a cualquier otra persona no habría actuado como él pero por eso mismo Juan era mi amigo. Nadie como él para echar un capote cuando más jodidas estaban las cosas. Siempre dispuesto a ayudar aunque le pidiese la cosa más rara del mundo...

-"Suso!!", exclamé. "Ponme un jonhie y acércame un boli y un trozo de papel que voy a planear un viaje".

-" Ahora mismo Miguel" me dijo desde la barra con una sonrisa cómplice. "Cuanto antes te marches mejor para mi salud".

Un par de horas después abandoné el "Berna" con un folio de papel lleno de notas y más whisky del que debía albergar mi cuerpo a esas horas de la tarde. También salí del "Berna" con las palabras de agradecimiento de Suso en mis orejas. Al fin y al cabo iba a poder ver el derby en Río Alto y sin pagar un duro y, mientras estuviese fuera, todos los partido del Celta en casa. La alegría va por barrios.

Los Relatos de Perseo

Perseo es un ser que no siente demasiado. Un hombre perdido en un mar de contradicciones, lleno de defectos y vicios y con apenas virtudes. Un día descubrió que lo que realmente quería era escribir e inició este blog para poder comprobar que, sino hiciese públicos sus relatos, dormiría mucho más tranquilo por las noches.