El Avión (Siete)

Después de quince minutos de pasos indecisos por las calles de Compostela me encontraba delante de la puerta de mi oficina. Eran poco más de las once así que, lo más probable, es que mi jefe estuviese tomando el café en el "Siglo XX". Por ello, en vez de abrir el portal y subir hasta el despacho, dí media vuelta y me acerqué hasta el "Siglo XX". Allí estaba Marcos. En su mesa de siempre y con el "Marca" entre las manos. Entré, pedí un cortado en la barra y me acerqué a la mesa en la que estaba sentado.

Mientras me acercaba, y con la intención de que me escuchase antes de verme, iba canturreando "por lo bajini" el "...que asqueroso es ser del Real Madrid, ser del Real Madrid, ser del Real Madrid...". La canción tuvo su efecto y Marcos levantó la vista con cara de pocos amigos hasta que reconoció en mí al autor de la provocación.

- "¡Hombre Miguel!, ¡buenos ojos te vean!", me dijo mientras se levantaba para saludarme. "Ya pensé que te habías olvidado de donde está la oficina. ¿Cómo va todo?, ¿Hay novedades?". "Siéntate y cuéntame con calma".

Fue una conversación larga. Marcos y yo no éramos lo que se dice amigos. Lo conocí cuando, tres años atrás, comencé a trabajar en su empresa pero siempre se había portado conmigo como algo más que un jefe. Estaba contento con mi trabajo y la empresa había crecido mucho desde que yo estaba en ella. Yo también estaba contento con él pero era plenamente consciente de que, independientemente del "buen rollo" entre ambos, la situación en la que estaba ahora y la decisión que había decidido tomar no le daba mucho margen de maniobra.

No le dí muchos detalles pero le dije que iba a necesitar un tiempo largo para mí, por lo menos un par de meses, y que entendía que no me lo podía dar así como así. Él intentó convencerme para que pidiese una baja psicológica y así poder mantenerme en plantilla pero, lo que había decidido hacer con mi vida en el camino desde el "Berna" al "Siglo XX", no me iba a permitir pasar a revisar semanalmente mi estado psicológico con un loquero. No había mucho margen de maniobra. Aún así, Marcos encontró un solución. Me despediría con el compromiso, mediante un documento privado, de que me volvería a contratar con el mismo sueldo si volvía a incorporarme antes de seis meses. Yo por mi parte renunciaría al finiquito pero tendría derecho a paro. Era un buen trato.

Acompañé a Marcos a la oficina y, mientras yo saludaba y "cafeteaba" con los compañeros, él se ocupó de todo. Al cabo de algo más de una hora me mandó entrar en su despacho y me hizo firmar lo que me parecieron un millón de papeles. Me dió un sobre con una copia de todo y me dijo que ya tenía todo listo; que al día siguiente ya podía pasar por la oficina del paro y solicitar la prestación por desempleo."Si mañana vas al INEM con todo lo que llevas aquí, pasado mañana te puedes ir de viaje a las Cochabanbas sabiendo que el 28 de cada mes vas a recibir en tu cuenta el paro", me dijo. "Por cierto", prosiguió, "te he metido en este sobre dinero. Son una parte de la "paga de beneficios" que pensaba darte al terminar el año. No te lo había dicho aún pero pensaba hacerte socio de la empresa así que, si quieres cobrar el resto, sólo tienes que cumplir con lo pactado y volver antes de 6 meses".

-"Gracias Marcos", respondí "pero no es necesario que me des nada, ya bastante has hecho por mi" dije con el sobre de dinero entre las manos.

- "No es un favor Miguel", me contestó. "Es no ser un ladrón. Antes de lo de Marta pensaba proponerte lo de ser socio, así que este dinero es tuyo. Te doy sólo una parte con la intención de obligarte a volver. Mucha suerte en todo. Te acompaño a la puerta" dijo mientras me obligaba a meter el sobre del dinero con el resto de la documentación.

- "Gracias de nuevo, Marcos" respondí mientras salía por la puerta de la oficina.
- " Gracias a ti y suerte" me despidió Marcos. "Y vuelve pronto".

Era poco más de la una así que, si me apuraba, igual tenía tiempo de pasar por comisaría y renovar el pasaporte. Mientras paseaba hacia allí abrí el sobre que me había dado Marcos. ¡¡Joder!!, dentro había 5.000 eurazos. Que cabronazo era Marcos. Si esto era una parte de mi "paga de beneficios" el total sería como mínimo el doble y, suponiendo que fuese así, el cabrón debía de estar ganando al año más de 150.000 euros después de impuestos. Y me decía, presisamente hoy, que pensaba hacerme socio....Qué cabronazo!!.

Los Relatos de Perseo

Perseo es un ser que no siente demasiado. Un hombre perdido en un mar de contradicciones, lleno de defectos y vicios y con apenas virtudes. Un día descubrió que lo que realmente quería era escribir e inició este blog para poder comprobar que, sino hiciese públicos sus relatos, dormiría mucho más tranquilo por las noches.