El Avión (Seis)

"Buenos días, tengo cosas que decirte", me espetó Victor a través del teléfono.
"Te llamo porque así me lo pidió Marta pero, a partir de ahora, las cosas cambian entre nosostros. Me llegó una carta de Marta en la cual me cuenta un montón de cosas que no sabía de ti. Era su letra. Era Marta. Ya me paso por la policía para anular toda esta película. Marta está bien. No desapareció. Simplemente no te aguantaba más y decidió cambiar. Está en Budapest y lo único que quiere es seguir su vida sin ti".

El impacto apenas me permitía nada más que balbucear. "Pero Victor, ¿qué me estás contando?", acerté a decir "¿no has visto el mail que te mandé?", le respondí. "A mi también me ha escrito Marta".

"Ya lo ví Miguel. En su carta me decía que te iba a mandar unas lineas. Su postal es breve porque tú, aunque lo niegues, ya sabes todo lo que hay que saber", me espetó. "Nunca me lo hubiera esperado de ti y, mucho menos, todo el paripé que has montado para ocultarlo. Mi hermana te dejó por lo que tú ya sabes y, simplemente, me lo ha contado detenidamente para que todos nos quedemos tranquilos", prosiguió ."Como así me lo ha pedido Marta voy a contar una versión similar a la que te ha llegado a ti, sin detalles, para tranquilizar a toda la gente pero como sigas insistiendo en lo de la desaparición le daré la carta que me llegó a la policía y te aseguro que no te conviene, como bien sabes".

No daba crédito a lo que estaba oyendo. "No sé de que me hablas, Victor" acerté a mascullar.

"Te lo repito por última vez, Miguel. Mi hermana no quiere saber nada de ti. Te ha dejado. Esto es lo que le voy a contar a todo el mundo y si insistes en seguir con lo de la desaparición contaré toda la verdad. Tu verás." me dijo. "Por cierto, borra mi número de tu agenda y no vuelvas a llamarme. A lo mejor dentro de un tiempo puedo volver a escuchar tu voz pero ahora no", concluyó. "Hasta otra".

Dejé el teléfono apoyado en la barra. Llamé a Suso y le pedí otro café y un jonhie con hielo. Tomé el café de un trago y el whiskey de dos y, tras pagar y despedirme de un asombrado Suso, cogí la puerta y salí a la calle. Habían pasado menos de cinco minutos desde que Victor me había colgado el teléfono pero iba a pasar mucho más tiempo antes de que pudiese recuperarme mínimamente de la conversación. Una cosa estaba clara, no tenía ni puta idea de lo que me estaba contando Victor ni de lo que Marta le había contado a él, pero lo que sí tenía claro es que la carta a Victor era una sarta de mentiras pensada para dejarme fuera de juego. Además, muchas cosas seguían sin cuadrar, ¿cómo había llegado Marta a Budapest? ¿Con qué dinero?
No estaba en mi mejor momento para tomar decisiones pero una cosa estaba clara: las cosas no se iban a quedar así. Por el momento iba a respetar mi agenda del día pero iba a invertir su orden. Primero iría a la oficina y después a la comisaría, mi pasaporte estaba caducado.

Los Relatos de Perseo

Perseo es un ser que no siente demasiado. Un hombre perdido en un mar de contradicciones, lleno de defectos y vicios y con apenas virtudes. Un día descubrió que lo que realmente quería era escribir e inició este blog para poder comprobar que, sino hiciese públicos sus relatos, dormiría mucho más tranquilo por las noches.