El Avión (Dos)

De pie, con las flores en la mano, pasaron por mi cabeza las semanas posteriores a la "desaparición" de Marta. La indiferencia de la policía, las decenas de correos electrónicos que le envié y que no obtuvieron respuesta, los cientos de "el teléfono móvil al que llama está apagado o fuera de cobertura en este momento" que tuve que escuchar, la desesperación de amigos y familiares, las bienintencionadas palabras de apoyo de todo el mundo que acabaron siendo la peor de las torturas,...Fueron días muy jodidos pero, como dice la canción de Trotsky Vergarán, "todo puede estar mucho peor, aunque todo esté mal, todo puede empeorar, no lo podés evitar". Y así fue.

Después de tres semanas sin noticias -me cago en el imbécil que dijo lo de "no news good news"- la situación cambió. Recuerdo que volvía de casa de Victor, el hermano de Marta, y que las casi dos horas de coche que me llevó el viaje desde Ribadeo a Santiago no habían servido para encontrar una respuesta, como tantas otras veces ocurría, a las preguntas que se agolpaban con insistencia en mi cabeza.

Di mil vueltas tratando de aparcar confiando en que la hora, cerca de las once de la noche, sería mi aliada para encontrar un sitio en el que dejar a Fuyu- así le había puesto Marta al focus familiar de segunda mano que le habíamos comprado a mi hermano tres meses atrás-. ¡Qué iluso! El afán reformista del alcalde había convertido la capital de Galicia en una suerte de gran obra llena de vallas y montones de cascotes que hacían casi inviable desplazarse en coche por la ciudad y, mucho menos, aparcar. Al final tuve que recurrir al viejo truco de ir hasta el Campus y dejar allí a Fuyu, fuera de la "zona hora" al fin, para regresar hasta mi casa caminado.

Fue un paseo agradable -en contra de lo que dicen los meteorólogos no siempre llueve en Compostela-, que concluyó con un bocata de jamón asado y queso y una caña en el "Berna", el bar de al lado de casa que me había servido de cocina los últimos veintiún días.

Los Relatos de Perseo

Perseo es un ser que no siente demasiado. Un hombre perdido en un mar de contradicciones, lleno de defectos y vicios y con apenas virtudes. Un día descubrió que lo que realmente quería era escribir e inició este blog para poder comprobar que, sino hiciese públicos sus relatos, dormiría mucho más tranquilo por las noches.